domingo, 25 de febrero de 2007
[personal]
Me había olvidado.
¿Olvidado?
Si, olvidado. Bueno, quizás no un olvido definitivo, pero un olvido suficiente como para pasar días sin pensarte, ni recordarte. Experimentaba una calma temporaria que podría haberse expandido hasta el olvido definitivo.
¿Habría podido?
No lo sé. Supuse que sí. Pero no llegue a saberlo. Porque inesperadamente te vi y verte aunque hubiera pasado el tiempo fue como si no hubiera pasado un solo día. Me di cuenta de lo frágil del olvido, de la fuerza de recuerdo, del reencuentro, la fuerza de un sentimiento aún más profundo, más nuestro.
¿Nuestro?
Tuyo y mío. Y de todos los capaces de sentirlo. Un sentimiento aferrado a nosotros, que no se escapa ni huye cuando el viento es fuerte, que no pide motivos ni explicaciones, que no busca excusas. Que simplemente aparece cuando se lo despierta y que hasta un aroma es capaz de hacerlo despertar.
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¿Olvidado?
Si, olvidado. Bueno, quizás no un olvido definitivo, pero un olvido suficiente como para pasar días sin pensarte, ni recordarte. Experimentaba una calma temporaria que podría haberse expandido hasta el olvido definitivo.
¿Habría podido?
No lo sé. Supuse que sí. Pero no llegue a saberlo. Porque inesperadamente te vi y verte aunque hubiera pasado el tiempo fue como si no hubiera pasado un solo día. Me di cuenta de lo frágil del olvido, de la fuerza de recuerdo, del reencuentro, la fuerza de un sentimiento aún más profundo, más nuestro.
¿Nuestro?
Tuyo y mío. Y de todos los capaces de sentirlo. Un sentimiento aferrado a nosotros, que no se escapa ni huye cuando el viento es fuerte, que no pide motivos ni explicaciones, que no busca excusas. Que simplemente aparece cuando se lo despierta y que hasta un aroma es capaz de hacerlo despertar.
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