jueves, 9 de agosto de 2007
Simplemente un día décima novena vez que lo pensaba y repetía, de la obsesión desmedida al aburrimiento y hartazgo. Un reconocimiento exacto de haber desproporcionado objetos y haber visto matices en donde no los había, es cierto, ni blanco ni negro, pero la gama escasea en dos o tres grises y no el generoso abanico expuesto por aquella que no sabía. Siempre supo pero no miraba, distrajo así su atención en una o dos pequeñeces pero suficientemente atractivas para pasar noche y día analizando su condición. Y era previsible que alguna noche lejana en su falsa historia llegara una señal de la verdad, más al no poder escapar, hubo que ver la mañana, y el nuevo amanecer trae consigo aire nuevo y espuma blanca. Vaciando en vasos sin fondo deseos reprimidos ahora se llena la boca con otros, al menos desconocidos. Un paseo inexplorado, aquel camino imaginario, de hojas verdes y rosas rojas que te clavan su espina si las tocas. Sangra la mano tibia sobre su regazo, inútil contener el llano si ya se ha instalado en el alma la nostalgia del tiempo pasado. Como un acorde perdido, una palabra sin significado se inca en nuestras manos un sentimiento desterrado.
Será que algo ha madurado, o ha el tiempo hecho su trabajo. Los relojes no han cesado más no creía que tuviera efecto, y sin embargo aquel día se vio de pronto distinta y lo que ayer sufría hoy sólo es recuerdo pasado, que no se toca, que no se huele, que ya no llora sólo envejece. El frío cala los huesos, las hojas se han marchitado, quizás aquellas palabras dichas han perdido su eco. La voz se dispersa con el tiempo, en cada minuto es menos mío, y cada vez que su mano no siento verdadera y el recuerdo pesa menos, lo voy perdiendo en el tiempo como se olvidan al despertar los sueños. Y con las horas, menos restos quedan, aquel sentimiento tan intenso se transforma en rocío suave que moja el pasto en la madrugada. La mañana camina lenta con pies descalzos y yo que he caminado tanto ahora a su lado descanso. Quiero correr contra el viento buscando un campo distinto con colores descoloridos y cuentos nunca contados. La nube tiesa sobre mi cabeza ya no la miro apoyada en su pecho, ahora una almohada de deseos nuevos se tiende bajo mi cuerpo. Él respira otro aire, otro cielo, lejos hacia otro rumbo, y demorarme en su mundo es simplemente un capricho.
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Será que algo ha madurado, o ha el tiempo hecho su trabajo. Los relojes no han cesado más no creía que tuviera efecto, y sin embargo aquel día se vio de pronto distinta y lo que ayer sufría hoy sólo es recuerdo pasado, que no se toca, que no se huele, que ya no llora sólo envejece. El frío cala los huesos, las hojas se han marchitado, quizás aquellas palabras dichas han perdido su eco. La voz se dispersa con el tiempo, en cada minuto es menos mío, y cada vez que su mano no siento verdadera y el recuerdo pesa menos, lo voy perdiendo en el tiempo como se olvidan al despertar los sueños. Y con las horas, menos restos quedan, aquel sentimiento tan intenso se transforma en rocío suave que moja el pasto en la madrugada. La mañana camina lenta con pies descalzos y yo que he caminado tanto ahora a su lado descanso. Quiero correr contra el viento buscando un campo distinto con colores descoloridos y cuentos nunca contados. La nube tiesa sobre mi cabeza ya no la miro apoyada en su pecho, ahora una almohada de deseos nuevos se tiende bajo mi cuerpo. Él respira otro aire, otro cielo, lejos hacia otro rumbo, y demorarme en su mundo es simplemente un capricho.
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